The pages are still blank, but there is a miraculous feeling of the words being there, written in invisible ink and clamoring to become visible. ~Vladimir Nabokov
Clamoring, clamoring over and over again. Echoed in the thoughts that become vivid pictures in the mind. In this lair they reign. Pen in hand, notebook wide open. Stares and more stares. A shy instant, not wanting to caress it with ink. But they are there, even thou they can’t be seen.
A page is torn for the words are not right, a ball of paper stained in ink is thrown away. A cat bounces out of the shadow of a chair, takes the ball, rips it apart.
Another pause, and the mind wonders off to distant places that are not the ones it needs to be. A sigh releases the feelings inside. Pen drops, the hand gives up. Still the mind lingers on top of that blank paper and imagines the words coming alive. The pen finds it’s way towards the hand again and a word is solidified in ink. From there another and another. A spark is felt inside the heart that raises with each letter formed. The mind concentrates and dictates the hand, while the soul is witness as a chapter of a story comes to live.
Las páginas están todavía en blanco, pero hay una sensación milagrosa de las palabras que existen, escrito en tinta invisible y clamando a ser visible. ~Vladimir Nabokov
Clamando, pidiendo a gritos una y otra vez. Resonando en los pensamientos que se convirtierán en imágenes vivas en la mente. Es esa la guarida que reinan. Pluma en mano, libreta abierta. Miradas y más miradas. Un instante tímido, no queriendo acariciarlo con tinta. Pero están ahí, aunque no se puedan ver.
Una página es desgarrada las palabras que no son correctas, una bola de papel manchado con tinta se tira al suelo. Un gato salta de la sombra de una silla, toma la pelota, la destroza con sus dientes.
Otra pausa, y la mente viaja a lugares lejanos que no son esos que debe estar. Un suspiro libera los sentimientos internos. Cae la pluma, la mano se da por vencido. Aún la mente permanece sobre el papel en blanco e imagina que las palabras cobran vida. La pluma retorna a la mano y la palabra es solidificada en tinta. A partir de ahí otra y otra, una chispa se siente en el interior del corazón que aumenta su latir con cada letra formada. La mente se concentra y dicta a la mano, mientras que el alma es testigo de como un capítulo de una historia viene a la vida.