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Serie- Vida cotidiana de una escritora #5: Cinco lecciones

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Foto tomada de Inpiradiario

Son lecciones que con constancia resurgen en mi vida cotidiana. Las encuentro en la conversación de la mesa contraria, porque hablan muy alto y no me costó otro remedio que escuchar ya que se me quedaron los audífonos en casa. A través de un consejo de una amiga, que como mi madre, me lo ha repetido miles de veces. Las escucho en la homilia dominical. En fin, son lecciones que siempre están ahí, porque su objetivo es ayudarme a crecer como persona y, como consecuencia de esto, como escritora. Como siempre están ahí merusmiando, no tuve otro remedio que incorporarlas a mi estilo de vida. ¡Qué conste, no se ha hecho fácil seguirlas!

 

Las 5 lecciones de la Vida Cotidiana de una Escritora:

Lección #1: Amarse

Las matriarcas de mi familia, y son muchas y hay que escucharlas atentamente de lo contrario estás en problemas, nos enseñaron que nos debemos amar primero para aprender a amar a los demás. Esto me obliga, a romper con mis miedos– bueno, aún no supero el de las agujas y el sacar dientes-, dejar la pereza y emprender ese camino de mimarme, de darme cariño. Cuidar mi salud, o sea ir a los médicos. Hacer ejercicios, uff, ¡cómo me cuesta! Orar, que es de donde saco mi fortaleza.

Lección #2: Hacer tiempo

¡Para todo! Se puede, lo importante es organizarse. Las doñas de casa, las matriarcas de las que hablé horita, decían: “El hombre propone y Dios dispone“. Lo decían cuando las cosas no le salían o sus planes cambiaban. Aprendí a duras penas que no todo lo que uno planifica sale, pero hay que confiar que si hoy no se pudo, mañana será. De lo contrario no estaba para uno. Por eso, apunto en mi calendario todo: mi tiempo de escritura, las fechas claves para terminar los borradores, las entradas al blog (que fallo mucho), las asignaciones y examenes de mis hijos, las citas con el esposo, las salidas tan necesarias con la familia y /o los amigos… Todos esos periodos de tiempo son de suma importancia para mí y debo acomodarlos según mi horario que cambia anualmente y se basa en ese de mis hijos.

¿Qué cuándo escribo? Por las mañanas luego que dejo a mi hijo en la escuela y termino de orar y hacer los ejercicios. A veces me tomo un tiempo adicional por las noches. Mas lo importante para mí es que hice el tiempo para realizar.

Lección # 3: Alcanzar las metas

Para la vida personal.

Para la espiritual.

Para la profesional (escritora).

¡Me pierdo si no las tengo! Vagabuendearía en una vida que está hecha para que la disfrute. Convertiría una vida cotidiana que debe ser productiva en una sin enfoque. Las trazo deseando algo de la vida y por tal, así sea para alcanzar la alegría, me dirigo hacia eso aunque me desenfoque una y otra vez.

Lección #4: Despejarse

A mi tía abuela, una de las matriarcas, le gusta hacer en su casa reuniones familiares, ella les llama los Domingo de BBQ. Así que una vez al mes voy para allá con mis hijos luego de misa. Se juega dominó, se comen bacalaítos, nos tripiamos unos a los otros, nos reímos y mucho. Una vez al mes me reuno con mis amigas a desayunar. Voy con la familia al cine o mis mejores amigas, o a pasear.

Despejarse va de la mano con amarse, hacer tiempo, y alcanzar las metas; se complementan. Lo hago sola o acompañada. Busco lo que como persona necesito para estar en paz, para buscar alegría, crear memorias inolvidables que hagan sonreír y me doy ese regalo. Despejarse, aunque sea tan sencillo como ir a la capilla a orar, energiza al alma.

Lección #5: Paciencia, mucha paciencia

Me lo repito todos los días. Hay días que logro mantenerla, y hay otros que, bueno, se escapa. Mas bien sale corriendo por la puerta de entrada de la casa, por la ventana del carro, del lugar donde me acompaña. En fin, te puedo contar con exactitud los momentos más memorables en que la he perdido, y son muchos. Como también te puedo narrar aquellos en los que la he agarrado de la mano con extrema fuerza para que se quede ahí a mi lado. Ella no es difícil, soy yo la que la espanto. Sin embargo, vuelve una y otra vez sin ningún tipo de remordimiento y nos sentamos a tomarnos un café con mis amigas, una de mis matriarcas, o mi esposo, o a solas. Nos abrazamos con fuerza y amor al esposo, a los hijos… Lloramos con los seres amados. Respiramos profundamente alcanzando paz interior y nos ponemos a escribir. Nos damos cuenta que las pruebas que nos separan o que non mantienen unidas son para fortalecerme y para crecer, en esta vida cotidiana que vivo como escritora, en un mejor ser humano.

Son lecciones aprendidas que debo recordar con regularidad para no descarrilarme, pero si como tren me ocurre, que a veces sucede así de fuerte, debo volver a tomar camino y andar. De segur tienes lecciones de tu vida cotidiana, compartelas.

Nos leemos pronto,

A.R. Román

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