Dos palabras perdidas en la oscuridad nocturna al pernoctar. Susurradas al oído en un enlace íntimo. Entrelazadas en el carmesí carnoso de nuestras fauces. Dos palabras que son catalíticos de la lumbre de tu epidermis. Voces rítmicas que tún tunean en mi pecho. Caminantes errantes a tu lado. Feromonas que perfuman tu anatomía. Dos palabras conjugadas por nuestras bocas. Transcendentes, perpetuas, perennes. El nudo de nuestro existir.
Publicado en el 2010.