™Versión en español abajo
ON A RED wooden cart lays still a translucent silky block, from which a cold smoke rises by chemistry. From its exposed back the man, a slayer, scrapes again and again with rhythmic movements pieces of it with his metal contraption. And in an intuitive swing place them on a plastic cup. Sugary syrups of different colors, symbols of their flavors, watches on bottles over the block waiting patiently who will be the lucky one to be picked. Yellow for the customer in line, and turning it upside down the bottle spills itself over the frost of the block, tinting it and making it his; becoming one in an embrace.
“Delectable drink serve your purpose, oh traditional beverage! Refresh the bodies that salute the sunny Sunday and thirst for you,” thoughts crossing the mind of the man in line.
The man’s in line mouth touches the red plastic duct connecting the liquid formed at the bottom of the cup to the body’s opening. A slurp, a momentary union ignites the glands that lay on the tongue. An explosion of satisfaction works its way through a chain of muscles that covers a body cooling it down. The face shows satisfaction stretching the pinkish lips from ear to ear and forming words of gratitude to the slayer of the block.
With two more beverages in hand, the man that is no longer in line, makes his way to the iron wooden bench were two beings sharing his genetics wait for him. Their faces lighted up, as if the brilliant sun that shined upon them filtered its rays through them, at the sight of what was brought for them.
“Hmmm!” they murmured slurping the content.
Laying back on the bench they drank and bit on the tinted frost. Relaxing the muscle, enjoying the shade of the trees and the peace a simple beverage brought in a moment of their lives.
Un domingo soleado
EN UNA CARRETA de madera color rojo yace un bloque transparente y sedoso, del cual se levanta un humo frío a causa de la química. A partir de su expuesta espalda el hombre, un verdugo, con movimientos rítmicos lo raspa una y otra vez con su artefacto de metal. Y en un intuitivo movomiento coloca los pedazos finos del bloque en un vaso de plástico. Jarabes azucarados de diferentes colores, símbolos de sus sabores, miran desde sus botellas el bloque esperando pacientemente quien tendrá la suerte de ser escogido. Amarillo para el cliente en línea, y tornando boca abajo la botella el jarabe se derrama sobre la escarcha del bloque, la tiñe y la hace suya, convirtiéndose en uno en un abrazo.
“Bebida deliciosa sirve tu propósito. ¡Oh, néctar tradicional! Refresca los cuerpos que saludan el soleado domingo y tienen sed de ti “, fueron los pensamientos que cruzaron la mente del hombre en la fila.
El hombre en la línea toca la boca del conducto de plástico rojo que conecta el líquido formado en la parte inferior del vaso a la apertura del cuerpo. Un sorbo, una unión momentánea enciende las glándulas que yacen en la lengua. Una explosión de satisfacción se abre camino a través de una cadena de músculos que cubre un cuerpo refrescándole. La cara muestra satisfacción estirando los labios rosados de oreja a oreja y la formación de palabras de agradecimiento al verdugo del bloque.
Con dos bebidas en la mano, el hombre que ya no está en línea, toma el camino hacia el banco de madera de hierro donde dos seres que comparten su genética le esperan. Sus rostros se iluminan, como si el sol brillante que sobre ellos brilla filtrará sus rayos a través de sus semblantes, a la vista de lo que es traído para ellos.
“Hmmm!” Murmuran al saborear el contenido.
Recostados en el banco beben y muerden la escarcha teñida. Relajando los músculos, disfrutan de la sombra de los árboles y la paz que una simple bebida trae a un momento de sus vidas.