Artículos/Articles,de la vida,Familia,mis letras Serie La vida cotidiana de una escritora: #1 La Rutina

Serie La vida cotidiana de una escritora: #1 La Rutina

 

Me cuesta levantarme por las mañanas. La alarma del despertador del celular sobre la mesa de noche, suena con su música sonora anunciando la hora de despertar. Sin embargo, mi dedo se posa sobre la pantalla dactilar justo sobre el botón rojo y le desliza hacia el lado contrario para enmudecerle. Como de costumbre, vuelvo a cerrar mis ojos hasta que minutos más tarde la habitación es alumbrada por completo. Mi esposo prendió la luz y de igual modo hace con la del cuarto del nene, quien se levanta con sábana en mano y se mete en mi cama. Papá termina de prepararse para ir a trabajar y llevar a la nena a la escuela. Ella se levanta a las 5:30 am y se prepara para su día escolar, para la hora que me despierto ya ha desayunado. ¡Qué bendición que mi hija sea independiente!

Ellos se marchan con mis bendiciones y es cuando mi rutina comienza. Mientras me tomo una taza de café, preparo al nene para su día escolar.

Todo escritor tiene una vida cotidiana de la que debe ser parte, en ella hay responsabilidades que no tienen nada que ver con las historias que se desarrollan en su mente y son plasmadas en el papel. Sin embargo, es esta vida cotidiana la que enriquece, de cierta manera, aunque deseemos muchas veces dejarla a un lado para enfocarnos en escribir, las historias que queremos contar y traer a la vida cotidiana para entretener al lector.

Hace meses atrás, una amiga con quien compartí mi novela La obsesión de un inmortal, me preguntó:

-¿De dónde sacas el tiempo para escribir?

Respiré profundamente y contesté, -Me organizo, tengo una rutina la que a veces no sigo al pie de la letra.

Su pregunta estaba basada en mi estilo de vida. ¿Cuál es mi estilo de vida te preguntas? Bueno, pues lo aclaro.

Soy ama de casa. ¡Sí, ama de casa! No pongas esa cara. Lo digo porque aquí en Puerto Rico lo ven muchas veces de manera negativa por la historia machista que le acompaña desde antaño. Donde los deberes de la mujer se basaban en quedarse en casa para criar los hijos, mantener el hogar… Mas soy ama de casa por decisión propia, lo que a mi madre no le gustó para nada, pero para que otros críen a mis hijos, en una sociedad donde los valores están pasando de moda y la ley de calle es la que rige en muchos hogares y la criminalidad está por todas partes, prefiero hacerlo yo. Recuerdo que al llenar los papeles para la admisión de mi hija para la Escuela Especializada Central de Artes Visuales, la directora interina, una joven con especialidad en teatro, me miró estupefacta al decirle que era ama de casa y tenía un Bachillerato en Ciencias Naturales. No podía creer que estuviese en el hogar y no ejerciendo lo que estudié. 

Como ama -que tiene como sinónimo dueña, patrona, propietaria-, de casa debo organizar a mis amores y su medio ambiente, su hogar, pero en especial, mi tiempo. Si este no está organizado se pierde y en esta vida que solo hay una, hay que gozarse el tiempo, vivírselo, sacarle el jugo y en él hacer memorias.

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La Rutina

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Rutina #1

Rutina #2

Acción Preferente: Científicos dicen que sólo se necesitan 66 días para cambiar tu vida…

He aprendido que la organización y un horario establecido me llevan a lograr mis metas del día. Lo que sirve para mí no sirve para muchos. De todas maneras, me aferró a él para tener ese espacio para mi escritora, para mi otro yo. Darle esa “sensación de seguridad”, de que hay el momento para soltar las ideas, para narrar, para desarrollar la historia y darle forma. La paz se aferra al alma cuando logramos ese tiempo para nuestro otro yo, para desarrollar el talento que vive en nosotros. Nos hace sentir realizados y que tenemos, como dicen en inglés, something to look forward to, el añoro de que el próximo día podemos, con ansias, retomar la historia.

Es así que mi rutina se convierte en un estilo de cita entre mi escritora y la historia y sus personajes. Mientras la cita llega, la vida cotidiana se desenvuelve, cobra vida.

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Un martes cualquiera

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Este, junto con el jueves, es uno de mis días más cargados. Cada día tiene un área de mi hogar asignada para la limpieza, así no me vuelvo loca de que la casa está asquerosa, pero con dos niños en el hogar, un esposo y una gata, mantenerla es un poco difícil mas no imposible. ¡Tampoco es que me mato en la limpieza porque no soy de las que tiene la casa impecable! ¡Nooo! 

Dentro de esos quehaceres domésticos, escribo durante la mañana, y a veces me paso del tiempo establecido o adelanto algo asignado de la limpieza del próximo día para concentrarme en esa escritura u organización de la novela. Todo depende del proceso de escritura en el que me encuentro e imagino que es así para muchos escritores.

Durante los fines de semana, si tengo algún momento, me pongo a escribir. Sin embargo, hago de estos dos días, luego de salir del catecismo y el coro los sábados y de ir a misa los domingos, que sean para la familia. Salir al cine, a comer, a vegetar en nuestro hogar luego de una semana intensa de trabajo, escuela y quehaceres domésticos. ¡Nos merecemos el descanso!

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Un vistazo

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Rutina Horario

Este horario de un martes o jueves cualquiera, es tentativo a cambios inesperados. Igual ocurre con los lunes, miércoles y viernes que son tres días más suavecitos, por ponerlo bonito, y son los que utilizó para hacerles favores a los maestros de la escuela cuando necesitan una ayudita. ¡Sí, lo sé y no crean que no lo piense cada vez que me piden algo! Ya se me está pasando eso de que ese tiempo lo puedo usar para terminar de escribir el capítulo o hacer un quehacer doméstico. He aprendido sobre eso de dar nuestro talento, tiempo y tesoro a los demás y me saca el pensamiento inmediatamente. Sobre ese tema pueden darse una vueltecita por la Corresponsabilidad dándole un click a la palabra.

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Me organizo y sale mejor

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Tengo tres agendas. Sí, leíste bien, tres. Por favor, no te espantes y no estoy siendo exagerada con esto. Una la tengo en mi escritorio; la otra, es el calendario de mi celular para que suenen los recordatorios (se me olvidan las cosas de vez en cuando); la tercera está en la nevera justo al lado de la cafetera. Esta última  es de marcador seco y donde aparecen las actividades, asignaciones para entregar, exámenes y pruebas cortas y las competencias de esgrima de ese mes de los nenes, y actividades familiares. La del escritorio es para mí. Allí apunto todo: lo del blog, lo de la novela, las citas y transfiero lo del calendario de la nevera a esa.

Esto de estar organizado, de formar una rutina para lograr los objetivos, es algo que antes no hacía. La necesidad me llevó a esto. Hubo veces que se me olvidaba repasar para algún examen con los nenes al no acordarme y no sabes el cargo de conciencia que me daba. Me sentía la peor madre del mundo. O no poder tener tiempo para escribir porque necesitaba limpiar la casa. Tener esa tensión es una carga pesada que se debe aliviar y esta ha sido la única manera en que lo he logrado.

He conocido a escritores que no tienen rutina y su vida es una llena de creatividad y paz. La mía, al tener tres hermosos seres con los que la comparto, se ve obligada a llevarla para alcanzar un balance.   

¿Te ayuda el estar organizado o te crea desorganización? ¿Llevas una rutina para alcanzar tus objetivos de escritura?

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